La palabra sueño representa el anhelo o ilusión que moviliza a una persona. También es el acto de dormir. Y como cosa rara, mientras se duerme y se anhela, se sueña. Este es un acto involuntario en el que se reelabora una o varias situaciones vividas en el día anterior. De esto se trata lo que me lleva a escribir.
Una historia que se remonta muchísimos años atrás y que todavía pienso inconclusa es la que me genera la idea de pensar en los sueños y poner en duda su existencia.
No miento si digo que noche por medio, quizá muchas más, me despierto sintiéndome solo, pero solo de verdad, sabiendo que de nuevo se repitió, no exactamente igual porque variables son las que sobran, pero sabiendo muy bien que se repitió.
Entre la cantidad de veces que me pasó, no puedo decir a ciencia cierta cuál es la más repetida, ni la más rara, ni la más linda. Pero no existe la vez que él saber que no fue real me haga pensar en que soy un afortunado, sino todo lo contrario.
Después de repetidos estos sueños llegue a pensar que iba a convivir con ellos, entonces opte por creerme que son reales, que en medio de la noche me escapo y que pasan verdaderamente. Me encontré al extremo de disfrutarlos, sabiendo que no había otra forma de estar más cerca tuyo y también creyendo que por ahí también te pasaba algo similar. De esta manera, algún día soñaríamos lo mismo y ese, ese y no otro momento lamentablemente, nos uniría una vez más.
Yo estaba feliz escondiéndome la realidad. Feliz de saber qué día por medio te veía, que día por medio te robaba un beso y unos cuantos “te quiero”. La locura y la mentira son mucho mejor que algunas verdades espantosas, por lo menos me conforme con eso que para mí era mucho.
Lo raro es que al disfrutar de todo esto, paradójicamente esas noches dormía poco, lo que me prohibía extenderlos o repetirlos. Pero siempre prefiero algo, por chico que sea, antes que nada como deja ver lo que vengo contando.
Esto que por ahí sucede mucho ahora, también existió cuando teníamos 14, 17, 21 y creo que pasará de aquí en adelante.
Pero hoy dudo de todo eso, me cuesta pero dudo, porque algo extraño pasó.
Sabiendo, aunque me hacia el tonto, que lo que yo creía real no lo era, podía distinguir muy bien lo que NO me sucedía mientras descansaba, o sea lo que sí ocurría verdaderamente. Yo tenía en claro que todo el resto de las cosas tenían lugar sin ningún tipo de mentira soñada, de anhelo desmedido, de ganas insoportables de que sean verdad. Lo medía así para diferenciarlo obviamente. La formula era simple. Si lo quería no acontecía.
Como no tenía tantas ganas de que sea cierto todo lo que hacía a diario, me daba cuenta que no eran sueños. Pero cuando pasaba eso, eso que deseaba como a nada, sabía que era producto de mi elaboración de situaciones que no iban a suceder más que en mis fantasías.
Pero llegó la noche que me dejó sin más certezas, cuando se mezcló lo real con lo que no lo era tanto.
Te cuento que fui feliz, que te vi y creí estar en otra noche de soledad. Pero algo me hizo saber que no era, que esta vez estabas, que esta vez el olor no me dejaba confundirte, que te me presentabas a los ojos más linda que en mis mentiras, que te ibas a quedar quieta para no irte nunca más. Eras vos, no lo dude, porque me tembló todo, el dedo chiquito, la rodilla, los rulos, todos los sentimientos y muchas cosas más que no sabía cómo controlar.
Pero viniste, te acercaste y eras hermosa, más real que nunca, estabas ahí para decirme que todo era como antes, que se repetía eso de despertarme dándole la mano a la nada, al frio. Me lo hiciste entender de la mejor forma, de la más simple para que yo me dé cuenta que no era real porque era muy hermoso, que solo duraba esos segundos de siempre y que después volvía el olvido y la soledad de extrañarte. Pero no dudes que ese beso no me lo voy a olvidar nunca…
lunes, 6 de julio de 2009
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